En 1880 se fundo la ciudad de La Plata y extendió su línea férrea hasta Bme Bavio, luego hasta Magdalena, después hasta Álvarez Jonte. En 1913 cuando se resolvió extender la línea hasta Las Pipinas , se establecieron tres paradas.
Se invito a Don Benjamin Barreto activo propulsor de esta extensión a bautizar las flamantes estaciones Así fue como la primera se llamo Verónica, en homenaje a Doña Verónica Bernal de Tornquist cuñada política de Barreto. La segunda Monte Veloz así lo llamaba al ser el medano mas alto de Juan Geronimo y la Tercera la denomino con el romántico nombre de Las PIPINAS.
Las Pipinas pertenecían a la alta sociedad de Buenos Aires dos niñitas rubias. La esposa de Benjamin Barreto, María Luisa Tornquist (hija de Ernesto Tornsquist) era tía de las dos hermanitas, hijas de Raúl Dielh llamadas Sara Josefina y Josefina Dielh. Preciosas niñas que tenían la virtud de ser buenas y dulces. Los parientes utilizaban su diminutivo Josefinas para llamarlas “Las Pipinas”.
En homenaje a las niñas a quienes quería mucho Don Benjamin Barreto y esposa, bautizo con el nombre de Las Pipinas a la flamante estación, punta de riel, de arquitectura inglesa construida prolijamente. Todos sus artefactos hasta el mas minino, importado de Inglaterra. El piso del andén de piedra lajas y el ostentoso cartel que la designaba Las Pipinas.
Nombre que dio nacimiento al incipiente caserío e1913. En esos años 1914 y 1915 hacia estragos en Europa la primera guerra mundial y el FFCC no daba abasto para llevar los productos de campo. Las estaciones de FFCC movían cereales, cuero, hacienda para mataderos y frigoríficos. Frente a las estación se estableció un negocios de Ramos Generales que se denominaba La Pulpería, esa pulpería el centro de reunión la paisanada de las estancias , se jugaba a la taba y a las cartas, era atendido por Don Adelino Fernandez, quien lo sucedió Joaquin Depoux. Estuvo al frente hasta el final cuando la pulpería fue demolida tras el loteo que hizo Francisco Hernández.
Este caserio a la vera del FFCC en 1938 vio desembarcar la CORCEMAR se levanto con mas de 100m hombres . En menos de un año se encontraban fabricando cemento .
En 1938, la empresa de capitales cordobeses Corcemar (Corporación Cementera Argentina), interesada en aprovechar los grandes yacimientos de conchilla de la región, llego con mil obreros que construyeron la fábrica y el Hotel que gestionamos en la actualidad. Finalizando la obra monumental en un año y medio más tarde en 1939. Esta fábrica tenía su propia usina y el horno cementero más grande de Sud América y para el suministro de material calcáreo, contaba con canteras en una extensión contigua de 2,500 hectáreas. En años sucesivos trabajaba sin parar las 24 horas elaborando 2,000 toneladas de cemento y cal. Empleaba alrededor de 350 personas, todas habitantes de PIPINAS quienes edificaron sus casas con créditos y otras facilidades de la mano de Corcemar, así nacía el pueblo de Pipinas.
En pipinas llegamos a tener 3500 habitantes, La fabrica Corcemar también construyó una iglesia para toda la comunidad y a sus empleados les proveía consultorios médicos, regalos para las fiestas e incluso arreglos en casa. La empresa se involucraba en la vida social del pueblo por medio del Club Corcemar, un centro recreativo que brindaba a los empleados, sus familias e invitados, múltiples canchas de futbol, una pileta de natación de 25 metros de largo y un polideportivo techado que albergaba, además de facilidades atléticas, un cine y una confitería, muy concurridos los dos. Aquí la empresa organizaba y respaldaba un equipo de futbol de la liga regional, auspiciaba una “muy buena” colonia de vacaciones. Se forjaba así una pequeña sociedad que vivía al amparo de la fábrica y cuyos jefes de hogar habían sido escogidos casi todos por la empresa y donde todos eran conocidos mutuos. En 1991 Loma Negra, entonces el rival principal de Corcemar, compró la fábrica –“por la competencia” — y hubo despido en masa. Los obreros con más antigüedad fueron jubilados con el ochenta por ciento de su sueldo y los otros, trasladados o indemnizados. Una década más tarde el neoliberalismo había calado hondo,
la fábrica solo producía cal y no quedaban sino 28 empleados cuando Loma Negra, alegando una caída en la demanda, perdidas de cinco mil dólares por día y encima el venidero agotamiento de las canteras, anuncio su cierre total para el 17 de Mayo de 2001. Si bien era previsible, tuvo un fuerte impacto emocional para la comunidad.
2003 en dos años Pipinas tenía más de sesenta casas desocupadas y una población reducida de solo 900 habitantes. De estos, el treinta por ciento vivía principalmente de su jubilación, el quince de su indemnización y otro treinta por ciento recibía del Plan de Jefe y Jefas de Hogar (Subsidio para desocupados). La tasa de desocupación rondaba el sesenta y cinco por ciento y la esperanza de medidas políticas, cero. En este pueblo que solo había perdido importancia, ya no cabía pensar que alguien, alguien que no fuera de él, se interesara en su suerte. A no ser que se resignara a desaparecer y perder su estilo de vida, el pueblo de Pipinas debía salvarse por si mismo. ¿Pero como?
Pensamos en el lugar que nos vio y vimos crecer el hotel y club de la vieja cementera fue así que conformamos una cooperativa de trabajo que ganó primero el respaldo del pueblo y luego pidió una “licitación pública inversa” al municipio de Punta Indio ya que al cerrar la fábrica Loma Negra había cedido a este el hotel y también el predio de trece hectáreas donde se ubicaba junto con el Club Corcemar, hoy en manos de la Municipalidad que toma la responsabilidad de recuperar el predio ya que tiene mas posibilidades que nosotros . La cooperativa toma posesión en el año 2004 puso manos a la obra de su renovación. Juntó conocimientos, recursos, esfuerzos y sobretodo dedicación y logró abrir el camping en el fondo del predio el año siguiente y en 2006 abrió las puertas del hotel al público. Y el público vino, gracias a la publicidad que la cooperativa sabía hacer y notas que aparecieron en diarios de las ciudades de Buenos Aires y La Plata.
Nueve años más tarde el público sigue viniendo y no es difícil entender por qué. El hotel, que cuenta con 16 habitaciones y 35 plazas a precios muy razonables, es alegre, casi pintoresco y alejado como está de la ruta, ideal para el descanso. “Lo que hacemos”, “es comercializar la tranquilidad”. A los turistas les servimos
comida casera (a precios razonables) en el restaurante; les alquilan bicicletas y les hacen visitas guiadas (siempre con reservas) Por el otro lado, le dan a la gente de Pipinas una fuente de trabajo, sea como empleado o como proveedor. Las pastas servidas en el restaurante, por ejemplo, están hechas por señoras del pueblo, y los muebles también fueron hechos por Pipinenses. Después de adquirir nuevas bombas para la pileta y reacondicionarla, la han cedido para el uso comunitario como asimismo otras facilidades recreativas del viejo Club Corcemar.
El renacimiento de Pipinas no se ha limitado a la cooperativa. Paralelamente con esta han ido desarrollándose otros micro-emprendimientos y si bien ninguno de estos alcanza la importancia del hotel, tienen más peso económico en su conjunto y son más asociados con Pipinas en el concepto popular. En esta comunidad los chicos del jardín van y vienen solos, sin escoltas. y dejamos tiradas las bicicletas en la puerta de los almacenes sin candado.
Además Pensamos en el TURISMO DE BASE COMUNITARIA porque nuestra localidad posee una privilegiada ubicación lo que la hace un parador obligado para los visitantes que va o regresan de la Costa Atlántica y se detiene en este tranquilo sitio para abastecerse de combustible o compartir una comida en algunos de los establecimientos gastronómicos que se encuentran a la vera de la Ruta 36. Así parillas y Restaurantes ofrecen sus exquisitos menús y tentadores Productos de Campo que seducen con su elaboración artesanal.
Rodeada por el Río Salado y el Samborombón, la zona es elegida por los pescadores que buscan un buen pique. Su cercanía con el Río de la Plataaumenta las posibilidades de una exitosa pesca.
En la localidad de Punta Indio a 20 km de Pipinas se encuentra el Parque Costero de Sur declarado Reserva Mundial de Biosfera. Ofrece cabañas en el bosque, deportes náuticos, vuelos en avioneta y mucha tranquilidad. El núcleo urbano de Punta Indio -donde viven unas 300 personas- se desarrolla entre lotes repletos de exóticas especies florísticas, algunas autóctonas y otras foráneas. Allí abundan las estancias, quintas y edificaciones del estilo. Los árboles custodian desde su altura las desiertas calles, que despliegan ripio y en otros tramos son simplemente pasto con huellas de vehículos. Cabe aclara que esta localidad Punta del Indio se encuentra al vera del bello Rio de la Plata.